¿Por qué Lindaraja?

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El mirador de Lindaraja es un cuarto de reducidas dimensiones que fue lugar de esparcimiento de la favorita del sultán.

Su nombre proviene de la descomposición de las palabras árabes que la forman: “Lin-dar-Aixa”, que quiere decir, “Casa de la Sultana”.

Es, por su exquisitez y belleza, una de las estancias más espectaculares de la Alhambra.

Tiene una hermosa cúpula de madera con cristales de colores incrustados que, al ser traspasados por el sol, colorearían las paredes.

Todos los zócalos de alicatados están aquí formados por pequeñísimos aliceres.

En e

Son, sin duda, las más laboriosas y finas de todo el Palacio de los Leones, obra maestra del arte musulmán.

La habitación se abría a Granada y al valle del río Darro, lo que permitía la ensoñación y el descanso.

Las ventanas son bajas, porque así lo requiere la costumbre musulmana de reclinarse en el suelo sobre cojines y otomanas. De esta manera, se conserva la altura primitiva de los alféizares de las ventanas.l remate del que cubre las jambas del arco se encuentran estas espléndidas inscripciones en cerámica negra, pero incrustadas en fondo blanco, alusivas a Muhammad V.

La vista de la ciudad se perdió cuando el emperador Carlos V mandó construir un pabellón anejo a la sala que rodea completamente el mirador.

Afortunadamente y para paliar el mal hecho, luego mandó plantar el jardín, que realmente es un patio, que queda justo debajo del Mirador de Lindaraja y que se conoce como el Patio de Lindaraja.

A partir de esta zona del palacio, encontraremos una serie de dependencias y aposentos, resultado de nuevas construcción o reformas de otras ya existentes que llevaron a cabo los cristianos y que junto con los Baños Reales, culminan el recorrido de los Palacios.

EL PATIO DE LINDARAJA

Son los dos patios resultantes de la reforma llevada a cabo en 1526 con el fin de adaptar los palacios nazaríes a las necesidades de la corte del Emperador Carlos V.

Los nuevos aposentos, de hermosos artesonados flamencos, apenas fueron utilizados ya que un típico terremoto granadino asustó a la Emperatriz Isabel de Portugal, quien prefirió el Monasterio de los Jerónimos para vivir.

Más tarde, Washington Irving escribió en estas habitaciones un de las primeras y más importantes obras de la literatura americana en 1828: “Los Cuentos de la Alhambra”.

Fuente: www.alhambravision.com